julio 14, 2024
La ciencia del estres

La ciencia del estres

La ciencia del estres

La ciencia del estrés

Llevaba treinta años de vida antes de sufrir mi primera intoxicación alimentaria, que fue una suerte en el gran esquema de las cosas, pero miserablemente mala en el momento. Me sentí totalmente incapaz de levantar los cimientos de mi vida cotidiana: demasiado nublado mentalmente para leer y escribir, demasiado frágil físicamente para hacer ejercicio o incluso meditar. El impedimento temporal hizo que el ataque a mi mente y a mi cuerpo alcanzara rápidamente un nuevo nivel de agonía: una grave reacción de estrés. No podía deshacerme del malestar paralizante que me había consumido, incluso mientras me consolaba con el relato extremadamente florido de Nabokov sobre la intoxicación alimentaria: de alguna manera, una enfermedad física había teñido totalmente mi existencia psicoemocional.
Por supuesto, no se trata de un fenómeno raro. Años antes de que los científicos empezaran a arrojar luz sobre cómo se comunican nuestras mentes y nuestros cuerpos, surgió una comprensión intuitiva de este diálogo entre el cuerpo y las emociones, o los sentimientos, que se incorporó a nuestro lenguaje: Utilizamos la palabra “sentirse enfermo” para describir tanto los síntomas físicos -fiebre, agotamiento, náuseas- como el malestar psicológico, que implica sentimientos como la depresión y la apatía.

La ciencia del estrés: de la psicología a la fisiología

¿Qué es exactamente la “respuesta fisiológica al estrés”? ¿Qué ocurre exactamente dentro de nuestras cabezas y cuerpos? Nuestra historia comienza con un estresor, que es un incidente o experiencia que consideramos amenazante. Supongamos que estás de pie en una acera cuando oyes el sonido inesperado del claxon de un coche. Al levantar la vista, ves que un coche va a toda velocidad por el carril, dirigiéndose directamente hacia ti. ¿Es posible que sientas que se te acelera el pulso sólo de pensarlo? Todavía no has llegado a la situación, y tu respuesta al estrés ya se está poniendo en marcha.
Nuestros ojos y oídos transmiten información a la amígdala, una estructura cerebral profunda del tamaño y la forma de una almendra que desempeña un papel fundamental en nuestra respuesta al estrés, en respuesta a la amenaza inicial de peligro (el sonido del claxon y la visión del coche). La amígdala interpreta las imágenes y los sonidos y estimula la señal del murciélago (o debería decir la señal del hipotálamo) en todo el hipotálamo.
La amígdala tomará el relevo como centro de control tras transmitir una señal de socorro al hipotálamo. El hipotálamo, también conocido como nuestro termostato, es responsable de mantener el equilibrio corporal. También sirve de conexión entre nuestros sistemas nervioso y endocrino. El sistema endocrino, que utiliza hormonas como mensajeros, es nuestro sistema de comunicación química. Cuando el hipotálamo se pone en marcha, el sistema nervioso autónomo, que regula funciones corporales en las que no pensamos, como la respiración, la presión arterial y los latidos del corazón, envía señales al resto del cuerpo.

  Eliminar estres y ansiedad

La ciencia del estrés – shawn achor

Todos experimentamos tensión de vez en cuando; es una parte normal de los altibajos emocionales de la vida. El estrés puede provenir de varios lugares: nuestro entorno, nuestro cuerpo, nuestras propias emociones y cómo interpretamos el mundo que nos rodea. Es normal sentirse abrumado en momentos de gran presión, como la época de exámenes, pero estamos programados biológicamente para afrontar y reaccionar al estrés.
El sistema nervioso le dice a nuestro cuerpo que libere hormonas del estrés, como la adrenalina, la noradrenalina y el cortisol, cuando estamos bajo tensión. Éstas provocan cambios fisiológicos para ayudarnos a afrontar la amenaza o el peligro que experimentamos. Esto se conoce como “respuesta al estrés” o reacción de “lucha o huida”.
En realidad, el estrés puede ser beneficioso porque nos mantiene informados, motivados y concentrados en la tarea que tenemos entre manos. Cuando la presión disminuye, el cuerpo se reequilibra y recuperamos nuestro sentido del equilibrio. Sin embargo, los problemas surgen cuando nos enfrentamos al estrés con demasiada frecuencia o durante demasiado tiempo, o cuando las emociones negativas superan nuestra capacidad de afrontarlo. La constante activación del sistema nervioso -conocida como “respuesta al estrés”- desgasta el organismo.

  Origen de la palabra estres

Robert sapolsky: la psicología del estrés

La globalización, la gestión empresarial en un mundo VUCA y una creciente sensación de alienación han hecho que convertirse en CEO sea más difícil que nunca. En realidad, dos tercios de los directores generales están estresados y agotados en este momento. Pero no tienen por qué estarlo. Los directores generales deben esforzarse por superar su tensión, reconocer la raíz de su ansiedad y tomar medidas constructivas para resolverla.
El estrés puede tener un efecto negativo en su salud mental y física como líder. También puede provocar una toma de decisiones y un funcionamiento inadecuados. Debes gestionar adecuadamente tu estrés y asegurarte de que no te controla si quieres ser lo mejor que puedes ser.
Este procedimiento comienza con una comprensión más profunda del estrés, de dónde procede y cómo afrontarlo. El estrés temporal, el estrés anticipatorio, el estrés situacional y el estrés de la experiencia son las cuatro formas principales de estrés. Cada uno tiene sus propias peculiaridades, desventajas e incluso ventajas.
El reloj sigue corriendo y no hay posibilidad de que puedas terminar lo que tienes que hacer a tiempo. Cuando se acercan los plazos, empiezas a preguntarte si todavía eres capaz de cumplir con las responsabilidades de tu trabajo.

  Estres y corazon

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